- Comentario de Juan Bolea en El
Periódico de Aragón el 28/4/07
Curiosa novela sobre la más curiosa todavía
historia de La Maldonada, escrita al alimón por tres escritoras
argentinas.
Existen bastantes ejemplos de libros escritos a dos
manos; pero, a tres, menos, muy pocos. Y novelas soñadas,
compartidas, escritas por tres autoras, menos aún.
Pues aquí llega una bastante curiosa, Aguas
de Puma, escrita a seis manos por Estela Martínez
Luna , Ana María Zetina y Luisa de la María,
tres escritoras argentinas, bonaerenses, que se han lanzado a
las procelosas aguas de la Conquista, para pergeñar toda
una aventura colonial, indígena y humana.
La protagonista de Aguas de Puma no es otra que La
Maldonada, legendaria enamorada de un capitán español
que fuera abandonada a su suerte, y prácticamente condenada
a sobrevivir sin ayuda en las selvas del río Paraná,
en el año del Señor de 1538.
Durante una de sus primeras noches a la intemperie,
La Maldonada ayudará (su leyenda así lo sostiene)
a parir a una leona, a una hembra de jaguar cuyas dos crías
estaban mal colocadas en su vientre. Cuando dicho episodio se
difunda, se la considerará tocada por los dioses, y en
las "tolderías" llegará a competir con
el chamán en las artes curativas.
Meses después, en lugar de una española
malherida de amores (quizá, llegaría a pensar ella,
con rencor contra el injusto destino, por ser tan mal donada),
se la podría confundir con una cualquiera de las mujeres
de los chaná timbúes, con sus faldillas de tela
hasta la rodilla, el pelo largo y collares hechos con valvas de
moluscos y pequeños caracoles marinos. Además de
pintarse el rostro y el cuerpo, lucirá un tatuaje debajo
de los ojos, y adornos de brillantes piedrecitas en los orificios
practicados en las aletas de la nariz.
Llegaría a vivir La Maldonada en una de aquellas
aldeas integradas por cuatro grandes casas dispuestas alrededor
de un espacio vacío; construidas a base de troncos, con
mezcla de paja y barro y techos a dos aguas de hoja de palma.Su
amante era un nativo, Baqual. Habían hecho el amor por
primera vez a la sombra de un ceibal sagrado. Según los
guaraníes, junto a su tronco se había derramado
la sangre de la princesa Anahí, violada y torturada por
los españoles a causa de haber acabado con uno de ellos.
La violaron, la ataron, la quemaron viva, pero Anahí no
gritó ni se quejó; cantó, y su valor se vio
recompensado. Cuando se apagó el fuego, un hermoso ceibo
de flores rojas apareció en su lugar.
Como el resto de los hombres de su clan, Baqual se
atravesaba una flecha en el vientre para atestiguar su valentía.
Su tío, Quenguiyén, era el jefe de la nación.
Los querandíes caminaban de 20 a 30 kilómetros cada
20 o 30 días, llevando
sus tolderías a otro sitio. "Levantar
el toldo, los palos, las pieles, guardar las raspaduras, las raederas,
los cuchillos de sílice para trabajar huesos, piedras y
pieles, y los molinitos planos que usaban para aplastar los frutos
del algarrobo y chañar, y las redes de pesca".
No les adelanto el final de esta curiosa historia,
o de esta novela histórica que poco o nada tiene que ver
con los cánones habituales.
De la misma manera que también La Maldonada
rompió los cánones de su época".